Peter Singer dice que se procura mantener
"los diamantes sangrientos" fuera del comercio mundial.
No obstante, el bioético afirma que a los habitantes de los países productores no les llegan los beneficios de la multimillonaria industria.
Los diamantes dan una impresión de pureza y luz, se entregan como prenda de amor y se exhiben como símbolo de compromiso y, sin embargo, han propiciado asesinatos espantosos, además de violaciones y amputaciones generalizadas.
Se cree que Charles Taylor, ex presidente de Liberia, que actualmente afronta acusaciones de crímenes de guerra en un tribunal especial de La Haya, utilizó los diamantes para financiar a los rebeldes en la guerra civil de Sierra Leona. La causa contra Taylor representa sólo uno de varios ejemplos en los que las piedras han facilitado violaciones generalizadas de derechos humanos.
Cuando el papel desempeñado por los diamantes en los conflictos violentos en África atrajo la atención mundial, la industria de los diamantes estableció el proceso de Kimberley, para mantener los "diamantes sangrientos" fuera del comercio internacional. Esa iniciativa ha logrado cierto éxito, aunque no ha interrumpido completamente el comercio de diamantes procedentes de países afectados por conflictos, como la República Democrática del Congo.
Problemas éticos
Sin embargo, recientemente se ha expresado preocupación -de participantes en el comercio de diamantes- de que el alcance del proceso de Kimberley sea demasiado limitado y se haya hecho creer a los consumidores que ya no hay problemas éticos con los diamantes, cosa que dista mucho de la verdad.
El problema llegó a un punto crítico este año cuando, mediante el proceso de Kimberley, se comenzaron a certificar los diamantes de Marange, en Zimbabue. El yacimiento de diamantes de Marange, descubierto en el 2006, es uno de los más ricos jamás hallados.
Según Diamonds and Clubs, un informe reciente de la Asociación África-Canadá, ha habido soldados que han forzado a campesinos a trabajar en organizaciones mineras en Marange. Después, los soldados se quedan con la mitad de los beneficios. También ha habido abundancia de palizas y detenciones arbitrarias. Cuando Farai Maguwu, activista zimbabuano en pro de los derechos humanos, difundió información sobre los abusos, fue detenido (posteriormente lo liberaron).
Las autoridades de Zimbabue afirman que las violaciones de los derechos humanos han cesado, pero el problema ético que plantean los diamantes de Marange tiene raíces mucho más profundas. Poco después de que se descubrió el yacimiento, el Ejército de Zimbabue tomó el control de esa zona. Según el ministro de Hacienda de ese país, Tendai Biti, cuatro años después de que el Ejército se apoderó de los yacimientos de diamantes, el Tesoro Nacional no ha recibido un centavo de regalías por la venta de los diamantes de Marange. La minoría militar y política dominante de Zimbabue se ha apropiado de la inmensa riqueza del yacimiento de diamantes para sí, sin que se hayan beneficiado de ella los millones de zimbabuanos desesperantemente pobres y necesitados de servicios que el país podría prestar con los recursos con que cuenta.
Naturalmente, no es la primera vez que el descubrimiento de recursos en un país subdesarrollado ha enriquecido a unos pocos, en lugar de brindar una mayor prosperidad a todos. Teodoro Obiang, el dictador de la diminuta Guinea Ecuatorial, rica en petróleo, tiene un salario oficial de US$60.000, pero es propietario de seis aviones a reacción privados y una casa en Malibú, cuyo valor asciende a 35 millones de dólares, además de otras en Maryland y Capetown, y una flota de Lamborghinis, Ferraris y Bentleys.
La mayor parte de la población gobernada por Obiang vive en la extrema pobreza, con una esperanza media de vida de 49 años y una tasa de mortalidad infantil de 87 por 1.000 nacidos vivos (dicho de otro modo, más de un niño de cada diez muere antes de cumplir un año). Nigeria y Angola son otros ejemplos flagrantes de países que no han utilizado su riqueza petrolera para beneficiar a su pueblo.
Paradójicamente, la población de los países en desarrollo ricos en recursos vive peor que la de países comparables que carecen de ellos. Una razón para explicarlo es la de que una gran dotación de recursos brinda un enorme incentivo financiero para los intentos de derrocar al Gobierno y tomar el poder.
Los rebeldes saben que, si lo consiguen, obtendrán una riqueza personal inmensa y podrán recompensar a quienes respaldaron su golpe y disponer de armas suficientes para mantenerse en el poder, independientemente de lo mal que gobiernen, a no ser, naturalmente, que algunos a los que armen se sientan tentados, a su vez, por la perspectiva de controlar toda esa riqueza.
De modo que los recursos que deberían beneficiar a los países en desarrollo se convierten, en cambio, en una maldición que provoca corrupción, golpes de Estado y guerras civiles. Si utilizamos productos hechos con materias primas obtenidas en un país pobre sin que se utilicen las ganancias por ellos obtenidas para beneficiar a la población del país, nos volvemos cómplices de una forma particularmente inicua de latrocinio en gran escala.
Grupo Rapaport
Así, pues, resulta alentador que se esté expresando preocupación por los diamantes de Zimbabue entre los propios participantes en el comercio de diamantes. El grupo Rapaport, una red internacional de empresas que prestan servicios a la industria de los diamantes, se niega a incluir los diamantes de Marange en su plataforma de comercio de diamantes, RapNet. Martin Rapaport, presidente del grupo, ha pedido acceso libre a los yacimientos de diamantes por organizaciones no gubernamentales y representantes de la industria para que supervisen la situación en ellos existente en materia de derechos humanos.
Más importante aún es que, en un discurso pronunciado este año en Mumbái, expuso los requisitos para legitimar los diamantes de Marange, entre ellos alguna garantía de que "los ingresos resultantes de las ventas de diamantes sean distribuidos legalmente y de forma que beneficien razonable y equitativamente al pueblo de Zimbabue".
Son necesarias normas más estrictas que las establecidas por el proceso de Kimberley. Si los consumidores insisten en comprar sólo diamantes éticos, los comerciantes podrían imponer la demanda ética a sus proveedores y, si la industria de los diamantes puede asentarse en una base ética, podría enviar un mensaje a otras industrias que negocian con recursos que se están robando en realidad a algunos de los pueblos más pobres del mundo.
¿Quién es Peter Singer?
El autor es profesor de Bioética en la Universidad de Princeton. Su libro 'The Life You Can Save' trata de las obligaciones de los ricos con los pobres (www.thelifeyoucansave.com).
Es lamentable ver como aquellos países llenos de riquezas son los más carentes de las garantías mínimas para su población. El caso de África es muy triste, sin embargo en nuestro países no estamos lejos de estos problemas, se explotan los recursos naturales por mano de obra prácticamente regalada, el artesano, el agricultor, el campesino, etc, son las manos que construyen, labran y elaboran productos, los mineros y arrieros trabajan día a día por un jornal que escasamente les alcanza para alimentar a su familia, luego los productos salen del País, y son saboreados como en el caso del café Colombiano en la quinta avenida por unas manos que nunca han tocado la tierra, pero atestadas de diamantes africanos y esmeraldas colombianas muy bien incrustadas en un anillo de plata mexicana.
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