Teoría Jurídica Contemporánea II

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domingo, 21 de noviembre de 2010

La ley de herodes... o te....

La ley de Herodes es el nombre de una película mexicana del año 1999, dirigida por Luis Estrada. Es la historia de Juan Vargas, antiguo militante del PRI (Partido Revolucionario Institucional) quien es nombrado presidente municipal del pueblo de San Pedro. La película muestra la triste realidad de Juan, quien debe abandonar sus firmes convicciones en la democracia, y el respeto a la ley, para ceñirse a la frivolidad de la indiferencia y la corrupción.
La ley de Herodes que cruelmente reza: “O te chingas o te jodes” dice mucho más de lo que creemos. Es una frase que impera en muchos sectores de la realidad mexicana. Está grabada con fuerza en la mente de la colectividad.  Es código de ética para unos y principio de actuación para otros.
Esta cinta aborda, en forma satírica, algunos de los más delicados temas en la impartición de justicia, tales como: la obtención de declaraciones a través de la tortura, fabricación de pruebas y responsables, persecución de personas indeseables al sistema, empleo abusivo de la ley, aceptación de sobornos a cambio de la no aplicación de la ley cuando está justificada etc.
No debe sorprender que éste tipo de películas hayan tenido una amplia aceptación en la sociedad mexicana, pues es la forma en que la gente se siente liberada, siente que en su imaginación combate lo no tiene el valor de combatir en la realidad. Sin embargo, no debemos olvidar que la corrupción somos todos. La corrupción empieza por mí, se fortalece en ti y se reproduce con los actos de él. Así, cada uno participa en forma activa en la construcción de esa realidad que duele, que lastima porque está cargada de violencia, de daño al tercero. Es la muestra más grande de indiferencia hacia el otro, es no tener respeto por mí mismo, por mi persona que es parte fundamental de la persona colectiva que se conoce como Estado, como Nación, como país que también es tu país, su país.

Es cada vez más una constante que estos temas tan delicados sean fuente de inspiración para películas que son difundidas más allá de las fronteras de México. Decepcionante es saber que la imagen del “México lindo y querido” es sólo eso, una volátil idea de lo que alguna vez fue el cine de oro mexicano, los juegos olímpicos, el mundial, la nación que tiene la universidad más importante de Latinoamérica, y una de las mejores universidades de todo el mundo.  Prediquemos con el ejemplo, apoyemos el cambio con nuestros actos. Seamos ideólogos de la no violencia y del respeto a la ley. Difundamos valores de convivencia social libre de corrupción. Recuerden que cuando participamos de la corrupción, también somos responsables del sufrimiento de alguien que no tiene el poder para oponerse a la arbitrariedad del más fuerte, del indeseable, de aquel que no debería tener lugar en un país libre, independiente y democrático. En Colombia es también común la producción de películas y series de este corte, que muestran la degradación de la mujer, los excesos de los narcotraficantes y una apología a la delincuencia, pero es la realidad y no se puede ocultar ni con la innumerable belleza de nuestros Países.

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