En los años anteriores a la guerra, el Castillo de Chapultepec había sido utilizado como academia de formación militar de México. Como resultado, cuando estalló la guerra, había decenas de cadetes adolescentes en la academia. El General Nicolás Bravo organizo a las fuerzas estacionadas en Chapultepec y cuando se hizo evidente que las fuerzas estadounidenses estaban triunfando, ordenó a sus hombres, incluyendo a los cadetes, a retirarse a un lugar seguro.
Seis hombres jóvenes, sin embargo, se negaron a renunciar a sus puestos y enfrentaron con valentía a las fuerzas superiores de los americanos. Sus nombres eran Juan de la Barrera, Juan Escutia, Francisco Márquez, Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca y Vicente Suárez. Ellos murieron aquel día de septiembre, en defensa de su país. Su sacrificio ha sido por siempre grabado en la historia de México.
Los nombres de los seis cadetes militares viven en México hoy en día. Las calles llevan el nombre de ellos, al igual que las escuelas y plazas públicas. Sus caras han aparecido en la moneda nacional e incluso en el transporte público de la Ciudad de México (Metro Niños Héroes) ha sido nombrado en su honor.
Uno de los cadetes, Juan Escutia, se cree que se envolvió en la bandera mexicana, antes de saltar a su muerte. Un gran mural de esta escena se puede ver hoy en el Castillo de Chapultepec. Una cosa es cierta, todos estos jóvenes murieron defendiendo el honor de su país. El gran monumento de Los Niños Héroes es un homenaje a su memoria y su sacrificio.
El presidente de los Estados Un idos Harry S. Truman visitó el monumento de Los Niños Héroes en 1947, pocos meses antes del 100º aniversario de la Batalla de Chapultepec, en un momento de silencio reverencial fue observado por el Presidente como una señal de respeto por los jóvenes cadetes. Cuando un periodista le preguntó a Truman por qué se detuvo para ver el monumento, su respuesta fue "Los hombres valientes no pertenecen a ningún país, yo respeto la valentía donde la veo".
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